domingo, 30 de octubre de 2011

Despedida

M es adicta a las despedidas.
M aprendió temprano que siempre hay un último día con su último momento y sus últimas palabras, y aunque al principio alejarse le quemara como sopa de bolitas, había conseguido moldear el dolor hasta convertirlo en esperanza.

Así pues, ella siempre estaba preparada para:

-las palabras torpes que se chocan en busca de una salida gloriosa
-y los abrazos largos, que algunas veces queman y otras se quedan en la ropa o en los sueños
-incluso para los besos, cuando parece que nuestra boca es tan nueva y la sentimos tan joven.

M es adicta a decir adiós.
Ella sabe muy bien que el momento más difícil sucede justo antes de marcharnos, cuando el espacio-tiempo se colma de absoluta trascendencia. Ingenuos sentimos que no habrá otra oportunidad de ser nuestro mejor yo y entonces forzamos la última sonrisa,  la última mirada, en busca de la instantánea que nos convierta en un recuerdo hermoso.

y la última caricia borra las ojeras
y el último beso los pecados.
y a veces, también se olvidan las promesas

M es adicta al giro inevitable.
Los 180º que dividen la nostalgia y el futuro.
Pero sobre toda las cosas, M disfruta del paso firme,
triste, torpe, incierto
pero siempre hacia delante.

miércoles, 26 de octubre de 2011

La casa

La gente se queja mucho ultimamente. Quieren trabajos mejores, conyuges más guapos y pechos más grandes. Piensan que el futuro les depara otra cosa, algo maravilloso y sofisticado pero que no llega nunca.

Me gusta recordar los años fáciles, cuando todos teníamos claro donde se estaba mejor: en la casa del tejado rojo y el humito en la chimenea.
Bendita ignorancia tan vacía de paro.